“En una noche de primavera,
de luna turbia o empañada,
redonda”
de luna turbia o empañada,
redonda”
Entregó a la luz una nueva hija artista para que la misma luz la posea. Se disolvió en el aire y masticó las páginas de otro enchufe. Quise entender por qué lo hacía pero jamás comprendí su inconsciencia ¿No ves que me es imposible comprender (te)?
Me dejé caer junto a tu oreja y susurré en tu boca tus primeras palabras. No soporté la simple idea de arrojar cada veneno en el semblante oscuro de tus represalias. Y ahí estás vos: gritando respuestas, preguntando por tus estatuas, allí, en el medio de instintos pretendidos por lagunas de hierro. Un susurro no se distingue de la música mas leve, pero tampoco lo haría tu risa de las canciones que se agotan. Tal vez ya no me recuerdes entre los rayos de luz imperfecta, superflua, mentirosa. Quizás aparezcan mis sensaciones intercalándose en tus cristales, quizás duermas para descubrirte atravesada por millones de relámpagos heridos.
No sólo interceptás las noches, también te tragás las estrellas y devorás las histerias. Una noche de luna turbia, ajetreada, te desviás de tus sueños y te alejás de los míos, mordiendo los grasientos océanos que nos distancian ¿No ves que las raíces ya están tan muertas?
Empañados cielos vislumbran cada movimiento que intentamos ocultar. Nos vigilan o al menos eso intentan. Asoman sus recuerdos en la última oscuridad del otoño, duermen sólo para despertar sus dudas. Amo esa luna, tan pura, que vino a protegerme, que ilumina los claros de mi bosque y rompe mecanismos austeros, engañados de sí mismos. Vamos a dormir, a ocultarnos ¿No ves que quieren deshacernos?
Tan redonda aparece en el cielo, tan liviana. Estoy casi seguro que con un salto podría alcanzarla, bajarla y agradecerle por sus intentos. Y ahí estás vos, tan despierta entre la niebla, mirando la misma luna, ocultándote de los mismos cielos, desesperando las mismas lagunas de hierro, ahogando las mismas montañas. Nieva entre los sentidos y las nubes estallan en forma un poco más ingenua que ayer. El paisaje ya no es tan diverso, pero la luna se asoma sin inmutarse por nuestras leyendas. Nunca aguantás tus bailes allí, entre la neblina nocturna, entre las nubes ingenuas y la tierra inclinada. Se deshielan las hojas fundiéndose con el aroma del fruto nocturno. Viento de estampidas, de ramas y tallos anticipados ¿No ves que no puedo ocultarme de estas alimañas?
Tal vez necesite de tus muecas una vez más, tal vez necesite tus confusiones y distracciones mientras descansás, tal vez sólo deambule otra vez por los senderos que recorrían los antiguos dueños de tu infamia. Permaneceré expectante mientras te alejás entre susurros nocturnos, entre montañas, entre bosques. Comienza a llover sobre el duro suelo congelado, contra los cristales, agujereando las piedras, rompiendo los árboles, quebrando las miradas. Llueve. Esta vez nada detiene tu escape. En mundos adversos y paisajes desiertos, corrés alejándote de estados imperceptibles. Y yo sólo te vigilo. Podría correr en tu ayuda arriesgando mis mañanas y mis vientos, la luna protegería mis ventanas una vez más, pero yo no podría intentarlo. Y no lo hago ¿No ves que mi silencio permanece dormido mientras planeás tus metas?
Te detenés en la escalera al purgatorio. Mirás al cielo redescubriendo la lluvia, redescubriendo los vientos. Ya no podré ocultarte de mis deseos, arriesgaré tu carne con el fin de proteger lo que queda de mi precaria luna. En silencio duermen las estrellas durante el día, se agrietan los cometas mientras un asteroide intenta cruzar el fondo del mar. Sin embargo por las noches el fondo del mar les pertenece, una nube reposa bajo la laguna de hierro, un ave danza en la superficie de los charcos. Las arañas se bañarán por la mañana desnudándose bajo las débiles gotas de esta noche. Ya no llorarás por la mañana. Quizás sea yo quien apueste con la luna tus circunstancias. El tiempo lo destruirá todo, podría jurarlo, incluso a nosotros: a vos, a mí y a la luna. Mientras tanto es responsabilidad nuestra corresponder nuestros vuelos ¿No ves que ya no puedo alejarme más de este lugar?
Las montañas nos aprisionan y vos no podés dejar de maravillarte con la luna, la luna no puede dejar de maravillarse con vos, no podré dejar de hacerlo. Reflejo mis necedades en los charcos de lluvia y me avergüenzo de mis cicatrices, de mis insignias. Mucho antes, él se abalanzó descuartizándote, destruyendo tus imágenes, quemando cada mes que avanzaba sobre tus espejos. Pero ahora no hay más meses, es ahora y nunca más, porque también hoy se ha convertido en pasado. Ya no quedará alternativa si es que quiero que la luna no se apropie de tus sentidos, de todas formas he perdido la apuesta y vos ya estabas en la puerta del purgatorio ¿No ves que mis noches no tienen consigna aparente?
No se asombrarán de lo que cuento si puedo explicarlo, he perdido la apuesta: debo ser yo el que te dé la mano al bajar por la escalera. Es por esto que ahora soy yo el que sale en tu búsqueda, soy yo el que se abalanza sobre los demás meses, soy yo el que se arroja sobre vos. Allí ha dejado de llover y acá todavía no llueve. Miro una vez más a la luna, te obligo a mirarla. Antes de cumplir mi castigo, juro que te vi sonreír.
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